domingo, 6 de diciembre de 2020

LA EDUCACIÓN Y LOS VALORES DE CONVIVENCIA HUMANA, EQUIPO 7.

LA EDUCACIÓN Y LOS VALORES DE CONVIVENCIA HUMANA.




Hablar de educación en valores puede resultar un tema, además de reiterativo, especialmente problemático para docentes y familias. El objetivo de formar a los niños y jóvenes como personas morales parece entrar en contradicción con una sociedad materialista, insolidaria y que facilita “contravalores” a través de los medios de comunicación. A lo que hay que añadir que el propio valor de la educación escolar parece cada vez menor (cuestionadas su utilidad económica y la necesidad de esforzarse para ser “alguien de provecho”) al tiempo que más conflictivas son las relaciones escolares (pérdida de autoridad del profesor, fenómenos de violencia escolar, etc.).

Precisamos de un nuevo enfoque de educación en valores que permita, en la medida de lo posible, superar estas contradicciones e integrarse con otras propuestas como la mejora de la convivencia escolar. Por esta razón, antes de hablar de qué son valores o cómo se interiorizan, es preciso poner un poco de orden en el tema partiendo de algunos principios clarificadores: 

1. La finalidad principal de la educación escolar, como señala el Informe a la UNESCO “La educación encierra un tesoro” (1996), es la integración social y el desarrollo personal a través de la participación en valores comunes, de la transmisión de un patrimonio cultural y del aprendizaje de la autonomía. De hecho, una educación de calidad debe integrar valores, contenidos, experiencias y aprendizajes positivos en las dimensiones personales, sociales y éticas de los estudiantes, no sólo en las intelectuales. Dicho de otro modo: una educación de calidad también es la que evita crear “analfabetos morales”. 

2. La educación es valiosa por sí misma, y no es su función resolver los problemas sociales que en cada momento se le derivan. La mejor manera de poder educar en valores es recuperar el valor de la educación (Savater, 1997): que se reconozca la importancia decisiva de la educación escolar y de los docentes en la insustituible tarea de formar personas libres, autónomas y miembros activos de nuestra sociedad. Recobrar el valor social y cultural de la educación, es decir, considerarla como un bien precioso y necesario prestándole el máximo apoyo, es tarea de todos: familias, profesores, Administración, y sociedad en general. 

3. Para recuperar el valor social y personal de la educación también la institución escolar ha de ser coherente con los valores de una sociedad democrática dando la mejor respuesta posible al derecho y al deber de una educación de calidad para todos. La educación escolar debe ser compensadora de desigualdades, integradora de diferencias, justa, equitativa e inclusiva para no entrar en una irresoluble y flagrante contradicción: ¿sería posible educar en la democracia, en el respeto, en la solidaridad, en la cooperación..., dentro de una institución que fuera insolidaria, competitiva y autoritaria? (Santos Guerra, 2001). 

4. Toda educación es una educación en determinados valores. Los procesos educativos que se dan en la escuela son necesaria e inevitablemente formadores, transmisores de ideas y valores. Podemos decir que no hay instrucción sin formación (y viceversa), de modo que cuando se está inmerso en los procesos de enseñanza y aprendizaje, parafraseando uno de los axiomas de la Teoría de la Comunicación (Watzlawick, et al., 1995) “no es posible no educar”. Junto a las actuaciones planificadas, existe un “currículum oculto” de relaciones sociales, normas y modos de pensar que producen el aprendizaje de hábitos, conductas, costumbres y valores en el seno de la institución escolar. Las relaciones en el centro, su organización y cultura han de tenerse en cuenta como elementos que influyen en la formación de los alumnos.


 

APRECIO A LA DIGNIDAD DE LA PERSONA


Si bien, en la antigüedad existen algunas precedentes que han servido en la construcción del concepto moderno de la dignidad, es preciso señalar que su sentido actual, arranca con el tránsito a la modernidad, esto es, el concepto de dignidad humana como fundamento de los derechos del hombre, en donde cada uno de nosotros es poseedor de una dignidad, es decir, somos dignos.

La dignidad se puede definir como “la excelencia que merece respeto o estima”. Ejemplo de lo anterior es el caso de una persona que ocupa un alto rango o un puesto elevado y posee una dignidad, lo que exige a los demás una respuesta particular, pero esto no le hace acreedor a una mayor dignidad que el resto, ya que ésta, es igual para todos los seres humanos, sin importar su condición o puesto que desempeñe. De ahí que deba existir una relación entre dignidad humana y los derechos el hombre.

Entonces, inicialmente, podemos entender a la dignidad como aquel valor inalterable que posee toda persona por el hecho de contar con capacidad para razonar y decidir, que los otros entes no poseen.

La dignidad humana se erige como principio esencial de los valores de autonomía, de seguridad, de igualdad y de libertad. Valores estos que fundamentan los distintos tipos de derechos humanos.

La dignidad humana está dentro del ser de cada persona, surge en el preciso momento en que ésta empieza a existir y se convierte en parte de los valores morales del ser humano. Esos valores serán los que determinarán su conducta, y al momento de ser el hombre autónomo, podrá decidir haciendo uso de su libertad. 

Sin duda, el ser humano se ha caracterizado porque su vida gira en torno a un ámbito social, por lo que debe establecerse un orden normativo, económico y social que esté al servicio del mismo y que le permita a cada hombre cultivar su propia dignidad. Por eso, la dignidad humana requiere que el hombre actúe según su conciencia y su libre elección; por lo que los hombres siendo más conscientes de su propia dignidad, podrán respetarse unos a otros.

Así, la dignidad humana, en la modernidad, aparece en un contexto intelectual que ha superado los avatares históricos, ubicándose en un proceso de humanización y de racionalización que acompaña a la persona y a la sociedad. Para lo cual, cuando se hace la reflexión de la dignidad dentro de un ámbito que corresponde a una sociedad bien ordenada, no se describe la realidad, sino el deber ser de la misma. De ahí que la dignidad humana sirva como un referente inicial, un punto de partida y también un horizonte final, un punto de llegada, por lo que podría llamarse un derecho positivo justo.

Al convertirse la dignidad en un valor fundamental, no sólo para el individuo sino también para la sociedad, los juristas la han consideran como el pilar principal de toda convivencia gregaria, siendo en el ámbito de la doctrina donde se puede comprender lo que significa ser persona, portadora de dignidad.

La idea de la dignidad humana, o valor atribuido a cada persona humana, no puede ser sustituida por ninguna otra. Sin embargo, sus limitaciones pueden verse en los propios valores básicos que la erigen, como lo son la autonomía, la seguridad, la libertad o, inclusive, igualdad.

Cada individuo de la especie humana es persona, es decir, un sujeto único dueño de sí mismo, de sus actos, consciente de sí y con una finalidad que constantemente busca y trata de cumplir. Siendo esto alcanzar el logro de su felicidad anhelada.

Esto es, al ser la persona dueña de sus actos, se percibe la existencia de valores en ella misma, puesto que no surgen del espacio, ni se dan de los propios sentidos, sino que simplemente captamos y develamos a partir de la dimensión espiritual con la que cuenta cada uno de los hombres. Los valores no se pueden tocar, ni oler, ni mucho menos ver, pues son como una sustancia inmaterial, siendo ésta una limitación que impone la naturaleza a la persona respecto a los valores, pero lo que no impide de modo alguno es que se reconozca en su existencia objetiva (en sí) a estos valores morales. Siendo los valores parte del ser ideal del hombre, tienen una existencia objetiva que los excluye de la conciencia que los capta. Por ello, solamente existen y están allí, y el hombre penetra en ellos a partir de su dimensión espiritual. Pues éstos serán los que lo obliguen adecuar su conducta a ellos, y lo llevarán a la permanente búsqueda de su perfección.

 

FRATERNIDAD


La fraternidad es un término  que significa hermano. Por esta razón, fraternidad significa parentesco entre hermanos o hermandad. La fraternidad universal designa la buena relación entre los hombres, en donde se desarrollan los sentimientos de afecto propios de los hermanos de sangre, unión y buena correspondencia.

Es un lazo de unión entre los hombres basada en el respeto a la dignidad de la persona humana, en la igualdad de derechos de todos los seres humanos y en la solidaridad por de unos por los otros.

La fraternidad está muy desarrollada entre los estudiantes ya que es parte de una asociación en la que los miembros se reúnen para organizar eventos que permiten la socialización de los estudiantes. La amistad, el compañerismo, la camaradería y otros principios se practican entre los miembros.



TOLERANCIA


Definición: Actitud de la persona que respeta las opiniones, ideas o actitudes de las demás personas, aunque no coincidan con las ideas propias. La tolerancia cultiva la habilidad de calmar los sentimientos fuertes y encendidos de los demás.

La educación en la tolerancia se enmarca en las relaciones entre el individuo y los miembros de la comunidad; la educación constituye el contrapunto de la tolerancia. En la escuela, los profesores son corresponsables y formadores en la construcción de esa sociedad deseada, una sociedad más tolerante, más justa y humana, recordemos que la tolerancia es un proceso constante, no es algo que pueda aprenderse en un instante.

La educación para la tolerancia tiene como objetivo enseñar las técnicas adecuadas para que en el entorno escolar se promueva el respeto y la tolerancia hacia otras culturas; el enseñar la tolerancia desde una edad temprana formará seres humanos mejor preparados para cohabitar en un medio ambiente cada vez más diverso, ésta protege a los individuos de la discriminación y evita conflictos; el enseñar tolerancia debe preparar a los individuos para la vida en sociedad, pues les ayudará a que tengan una buena integración en un grupo o equipo.


 


La educación y los valores, respeto a las diferencias

Como seres humanos somos todos iguales, aunque nos diferencian algunos usos

o costumbres según la familia de la que hacemos parte y de la sociedad en la que

vivimos. Por esta razón, el respeto a las diferencias lo diverso, a las distintas culturas

y razas, también hacer parte que las diferencias de todos nosotros podemos crecer

como perdonas . En lugar de criticarla, debemos aprender con ella y darle su real

valor. Esa es una tarea importante principalmente en los días actuales en que cada

día son más las familias que emigran e emigran de un lugar a otro.

Respetar las diferencias, ya sean de raza, cultura, religión o incluso

discapacidades, no solamente es importante en un mundo cada vez más

globalizado, sino que prepara a los niños para ser solidarios, a valorar y aprender de

otros, a ser tolerantes y respetuosos, y a evitar que tomen decisiones basadas en

prejuicios y estereotipos. Los niños se inspiran en sus padres y su modo de ver el

mundo y de interactuar en él depende de cómo lo hagan ellos. Por eso es importante

que sean un modelo positivo a seguir

“El respeto a las diferencias debemos cultivarlo tanto en el hogar como en las escuelas

ya que es imprescindibles que niños, jóvenes y adultos aceptemos a las personas tal

cual son y reconozcamos el valor de cada una de ellas, estableciendo de igual manera

un trato amable y cortés en todos los contextos, hacerlo de esta manera propiciará en

el ambiente áulico el fomento de la enseñanza y el aprendizaje. Vivimos en una sociedad

con alta escala de diversidad y como tal debemos entender que todas las personas

somos distintas, si somos capaces de ver esta diferencias tendremos más facilidad a la

hora de adaptarnos a nuestro entorno y en el caso de nuestros alumnos les facilitará su

integración y favorecerá su competencia social.” Joaquín Olmos para Educa.ORG

Los malos entendidos los conflictos ideológicos y los enfrentamientos muchas veces

se dan por la ausencia de respeto hacia el otro, para evitar situaciones como estas,

es necesario motivar y enseñar a los niños el valor de respetar a todas las personas

por igual sin importar su condición o su forma de ser , si queremos que nuestros

pequeños respeten las diferencias, padres y maestros debemos ser los primeros en 

dar ejemplo de vida, respetando a los demás ya que vivimos en un mundo donde

abundan las riquezas culturales y sociales las cuales deberíamos conocerlas y

aceptarlas para aprender de lo diferente, discriminar y evadir al otro solamente hace

que nos perdamos del maravilloso tesoro que hay en cada persona

 

Libertad y paz


La libertad de educación es el derecho que poseen los padres para poder educar a sus hijos de acuerdo con sus convicciones, permitiendo a los distintos grupos la capacidad de educar a los niños sin impedimentos por parte del Estado.

El filósofo liberal inglés John Stuart Mill era un fuerte defensor de la educación sin la intervención del estado. En su ensayo Encima Libertad, escribió:

No hay objeciones libertarias al estado para que la educación de los niños sea obligatoria. Pero sí las hay para que el estado proporcione educación de manera dirigida. Voy tan lejos como cualquiera en desaprobar que toda o una gran parte de la educación se encuentre en manos del gobierno.

Diversidad y libertad individuales en los caracteres de las personas, opiniones, y los modos de conducta requieren libertad y diversidad en educación – y cualquier sistema general de educación estatal sería un artilugio para formar personas con un mismo molde y forma. La educación estaría orientada a la conveniencia del poder de gobierno – ya sea un monarca, un sacerdocio, una aristocracia, o una mayoría de la generación existente. Cuanto más eficaz y exitoso era la educación estatal, más grande era el despotismo que el estado podría establecer sobre las mentes y cuerpos de las personas. Si las sociedades permiten que las escuelas y universidades del estado puedan operar, estas instituciones tendrían que ser una más compitiendo entre muchas formas y experimentos en educación. El gobierno podría simplemente intervenir para proporcionar modelos o ejemplos de cómo conseguir ciertos estándares seguros de excelencia educativa.

El compromiso de educar para la paz puede expresarse en las siguientes líneas: «Trabajar por un proceso educativo que signifique contribuir a alejar el peligro de la guerra, poner fin al expolio de las zonas empobrecidas del planeta, enseñar desde y para la no-violencia, aprender a considerar el conflicto como un vehículo de cambio si sabemos resolverlo sin recurrir a la violencia, integrar al alumnado en un proceso de transformación de la sociedad hacia la justicia y la armonía

 

CONCLUSIÓN.


En resumen, es una tarea prioritaria recuperar el valor de la educación reconociendo y defendiendo su finalidad formadora, así como su compromiso con la cultura y los valores de equidad y justicia social. Para conseguir este objetivo la comunidad escolar debe exigir el apoyo social y los recursos que permitan una educación de calidad. Al mismo tiempo, debemos trabajar para que la escuela sea un lugar de convivencia donde se aprenda a respetar a los otros, a resolver conflictos pacíficamente, a participar y ser responsables como miembros de un grupo y de una institución. En este sentido, la educación en valores y la mejora de la convivencia escolar son mutuamente complementarios: se educa en valores para aprender a convivir y se aprenden valores si se tiene la experiencia de convivir en un entorno acorde con ellos. 

Nuestra sociedad requiere de una educación en valores que sea capaz de formar personas íntegras con plena capacidad para enfrentar con actitud crítica una realidad diversa y cambiante.

Así es como el valor de la fraternidad se manifiesta en la educación pública, donde las relaciones, se mantienen y construyen cada día, siempre en la perspectiva del buen vivir colectivo, de la atención plena a los alumnos. Y esto lo podemos identificar en diversas situaciones, cuando elaboran planes de inclusión, de convivencia, de compensación educativa y de éxito de todos, de atención a la diversidad y de transformación educativa. Cuando ponen el cuidado del cumplimiento de los derechos morales y educativos.

Ya que, por ser pública ha adquirido el compromiso de hacer efectivo el derecho de todas a la fraternidad humana y a ser lo más efectiva posible en ella.

Podemos darnos cuenta de que todos los seres humanos somos iguales en la medida en que todos somos portadores de una dignidad común y por encima de todas las diferencias que nos individualizan y nos distinguen unos de los otros, es decir, todo ser humano posee dignidad sin importar la condición en que se encuentre.



INTEGRANTES 

Martínez Amaro Oskar Alejandro 

Soria Sánchez Ricardo Arturo 

Tirado Solís Xímena Kasandra 

Valentín Hernández Ricardo Jaír 

Vargas García Andrea Joselyne 

Velasco Garduño Carlos 

Villanueva Calzada Cynthia ltzel


BIBLIOGRAFIA


Fuente: Joaquín Olmos, 2007, Madrid, España,

www.UNIR.com consultado el 5 de diciembre de 2020

Hernández, D. F. (27 de Noviembre de 2017). https://diversidad.murciaeduca.es/. Obtenido de https://diversidad.murciaeduca.es/orientamur/gestion/documentos/educacionvaloresconvivencia_paco.pdf

Fraternidad. (2016). Significados. https://www.significados.com/fraternidad/

La Dignidad Humana como Fundamento de los Derechos Humanos. (s. f.). www.scribbr.es. Recuperado 3 de diciembre de 2020, de https://ti.unla.edu.mx/iusunla28/reflexion/La%20Dignidad%20Humana.htm

González, M. P. (s. f.). LA EDUCACIÓN ENLA TOLERANCIA COMO PARTE INTEGRANTE DEL CURRICULUM ESCOLAR. Revista Gallego-Portuguesa de psicología e educación. Recuperado 3 de diciembre de 2020, de https://core.ac.uk/download/pdf/61900179.pdf

Educación para la tolerancia. (2013, 27 febrero). Webscolar. https://www.webscolar.com/educacion-para-la-tolerancia


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