domingo, 22 de noviembre de 2020

El carácter democrático de la educación. El concepto de democracia en el artículo tercero. El aporte de la educación a la democratización de la sociedad. Equidad y gratitud, principios básicos para la democratización del acceso a la educación.


 "El carácter democrático de la educación. El concepto de democracia en el artículo tercero. El aporte de la educación a la democratización de la sociedad. Equidad y gratitud, principios básicos para la democratización del acceso a la educación"☺

A partir del comienzo del siglo XXI, los gobiernos confrontan un desafío: el de hacer que la democracia funcione para el común de las personas. El desafío de la democracia está dado, en parte, por la evolución democrática de la región, que ha ampliado las expectativas sobre qué significa ser ciudadano y participar. Estas expectativas, obligan a los gobiernos democráticos a conseguir que las instituciones públicas y las normas sociales permitan la participación efectiva, frecuente y en distintos niveles de todas las personas. Es decir, requiere consolidar una cultura democrática en el sentido más amplio. Una cultura democrática descansa, en parte, en las competencias y disposiciones de la mayoría de la población: en la valoración de la libertad propia y la de los demás; en la valoración de la justicia; en la internalización de un sentido de responsabilidad por el propio destino; en la comprensión de que la preservación de libertades individuales requiere de instituciones que atiendan al bien común. 


Estas competencias para la participación democrática requieren de habilidades y disposiciones que permitan pensar por cuenta propia y en forma crítica, comunicarse adecuadamente, tener acceso y utilizar el conocimiento disponible sobre diversos temas, aprender continuamente, trabajar con los demás, comprender la importancia y los mecanismos de dicha participación, y entender y valorar las diferencias que distinguen a las sociedades cerradas y totalitarias de las sociedades abiertas y democráticas. 


Estas competencias no son innatas, se adquieren y perfeccionan en distintas instituciones sociales: la familia, el trabajo, las entidades religiosas y las educativas. En la docencia es posible perfeccionar la capacidad de comunicar ideas, organizar grupos y negociar intereses diversos. La práctica con los estudiantes permite a los profesores desarrollar habilidades y disposiciones fácilmente transferibles a la esfera política.

El desarrollo de competencias para la ciudadanía democrática requiere pensar en los contenidos y propósitos de la educación en todas las asignaturas y en el conjunto de procesos que el currículo busca desarrollar; reflexionar sobre cómo distribuir a los estudiantes en las instituciones educativas.

Educar para la ciudadanía democrática requiere pensar en forma integral y profunda la organización completa del sistema educativo, educar para esta habilidad. Debe reflejarse en el salón de clases y de la escuela, en cuanto que las actividades didácticas activas promueven las competencias para la participación, reflejarse en la gestión y organización de las escuelas, en cuanto a que la forma en que profesores y directores se relacionan entre sí y constituyen importantes lecciones cívicas con otros miembros de la comunidad, atender a la asignación de estudiantes a distintas escuelas, para evitar la creación de sistemas educativos donde los estudiantes de menores ingresos, indígenas o inmigrantes sean segregados en instituciones con maestros menos formados o experimentados, ya que esto envía un mensaje clarísimo en relación a la justicia en la asignación de recursos y esfuerzos de los servidores públicos. En fin, proponemos que educar para la ciudadanía democrática requiere pensar en forma integral y profunda la organización completa del sistema educativo. 


El carácter democrático de la educación 

Trae valores democráticos a la educación y puede incluir autodeterminación dentro de una comunidad de iguales, así como valores tales como justicia, respeto y confianza.

El asunto de la educación democrática en México ha sido foco de atención a lo largo de diferentes periodos de gobierno y más en la actualidad. Frecuentemente resuenan frases como: "la educación debe ser para todos", "es importante ampliar la cobertura", "igualdad de oportunidades". Incluso se escucha acerca de la implementación de reestructuras en planes y programas de estudio en todos los niveles educativos, que permitan instruir, de forma conceptual y práctica, a los niños y jóvenes de nuestro país acerca de una educación democrática, su proclamación en el discurso político es amplia. Sin embargo, fácilmente pasa inadvertida la necesidad de ahondar en cuáles podrían ser algunas de sus implicaciones y la forma en cómo está normado desde inicios del siglo pasado en el artículo 3° de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos (1917) y su reciente reforma, donde se incluye al nivel medio superior (SEP, 2012b).

Es interesante percatarse de que el sentido democrático de la educación se expone distinguiendo dos formas de percibir la democracia; por un lado, como estructura jurídica y régimen político y, por otro, como sistema de vida.

se espera que los egresados sean capaces de ejercer la democracia cotidianamente, es decir, como forma de vida. Sin embargo, antes de alinearnos, sin ningún juicio crítico, con los propósitos curriculares alegados en el discurso político a las escuelas del nivel medio superior, para favorecer la formación ciudadana y democrática —como forma de vida y como preparación a su inclusión a la estructura jurídica, puesto que están próximos a convertirse, constitucionalmente hablando, en ciudadanos— conviene discernir acerca de su implementación.


El concepto de democracia en el artículo tercero 

La Constitución mexicana contiene un proyecto de Estado de derecho; ahí, la educación se ha definido como necesidad social y derecho fundamental. La democracia no solo se construye acudiendo a emitir nuestro voto, la democracia es una tarea diaria que debemos de llevar a cabo ciudadanos y gobierno, si entendemos la democracia no solamente como una estructura jurídica y un régimen político, sino como un sistema de vida fundado en el constante mejoramiento económico, social y cultural del pueblo como lo señala textualmente el inciso A del artículo 3º de nuestra Constitución Federal, si respetamos a quienes piensan diferentes a nosotros, si respetamos las leyes que propicien un mejor entendimiento entre todos, si escuchamos al débil como al poderoso, al rico como al pobre, si nuestros gobernantes llevan a cabo su trabajo de manera transparente y responsable y donde un desvío de los recursos públicos para beneficio personal sea castigado más allá de venganzas políticas o personales, a una mejor retribución al trabajo realizado, a una mejor distribución económica y social producto de nuestras riquezas naturales, a ese tipo de democracia aspiramos los ciudadanos mexicanos y ese debe ser el compromiso fundamental de todos los partidos políticos, independientemente de su ideología, y deje de ser necesario manifestarse públicamente bloqueando calles o carreteras para recibir algún beneficio social.


De acuerdo con el artículo 3º de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, y de los artículos 2º, 5º, 7º y 8º de la Ley General de Educación, la educación que imparta el Estado, sus organismos descentralizados y los particulares con autorización o con reconocimiento de validez oficial de estudios, deberá ser laica, científica, nacional, obligatoria en los niveles básicos y gratuita la impartida por el Estado. Pero también, de acuerdo con los artículos mencionados, la educación se propone formar individuos con amor a la Patria, la conciencia de solidaridad internacional, la justicia, la democracia, la convicción del interés general de la sociedad, la fraternidad, la igualdad de derechos y contrarios a cualquier manifestación de discriminación. Es decir, junto a la formación científica, tecnológica, cultural, artística y deportiva la educación busca formar mexicanos con conciencia histórica de sus derechos y obligaciones como ciudadanos.
 

El articulo 3° constitucional no tiene nada que ver con las reglas del juego político. La idea de poner ahí dicho concepto deriva de la concepción demagógica de que la democracia es una forma de vida y por tanto íntimamente ligada al programa de educación. 


Aporte de la educación a la democratización de la sociedad 

El papel que juega la escuela es que abre una estrecha relación entre educación y democracia, ya que esto deja como que educar es formar personas que viven en sociedad, que se constituyen como sujetos activos y participativos de su historia. Consolidar una sociedad democrática requiere hábitos de convivencia y de respeto, unos comportamientos basados en el interés por las cuestiones públicas y colectivas que afectan a todos. En el ámbito educativo, esta implicación se concreta en tres aspectos fundamentales: la democratización de los contenidos de la enseñanza, la pedagogía de la democracia como formación de actitudes y la participación de todos los elementos que integran el sistema educativo.

La finalidad de la escuela respecto a la democracia es la de “preparar” a los alumnos para ser ciudadanos demócratas. La escuela es una institución a la que como a otras la sociedad le ha asignado la tarea de conseguir un “producto” socializado (preparar para la vida en democracia). Si la formación democrática se adquiere observando y practicando modelos de actuación democrática, sólo una escuela democrática podrá ofrecer tales modelos.

La planificación democrática, tanto a nivel de la escuela como a nivel de aula, no es “gestión de consentimiento” de decisiones predeterminadas que con frecuencia ha creado ilusión de democracia, sino un intento de respetar el derecho de las personas a participar en la toma de decisiones que afectan a su vida. De este modo, la idea de una participación general en los asuntos escolares como característica de las escuelas democráticas, no es tan simple como solicitar la participación, ya que el derecho a la participación introduce preguntas sobre cómo encajar los diversos puntos de vista en la balanza entre los intereses particulares y “bien común” de toda la comunidad. La madurez de las sociedades se deriva de su capacidad para integrar la dimensión individual y comunitaria a partir de la educación.



Equidad y gratitud, principios básicos para la democratización del acceso a la educación. 

Equidad e igualdad son conceptos ampliamente interrelacionados aún cuando el equidad es más complejo al permitir por principio ciertas desigualdades. El concepto de equidad incluye un valor moral o ético para que un bien o servicio no sea distribuido igualitariamente sino en beneficio de los sectores sociales más desfavorecidos. No obstante, la equidad también requiere que ciertos bienes sean distribuidos inicialmente en proporciones iguales. En este sentido equidad se relaciona con la justicia, ya que se argumenta que la distribución de los bienes debe realizarse de acuerdo con lo que cada quien merece. La justicia se sustenta en el derecho, de manera que dado a que todos los sujetos son iguales ante la ley, nadie debe ser privado de lo que por derecho le corresponde. Así, la justicia utiliza como criterio práctico único la igualdad para regular la relación entre los particulares y la distribución los bienes. Por último, la exclusión social es la expresión más dramática de la inequidad; y se traduce en una alta concentración de riqueza, ingresos y escolaridad en unos pocos sectores, mientras que en otros prevalece la indigencia, el desempleo, y la falta de acceso a servicios públicos como la educación. La exclusión margina a ciertos grupos y genera una cadena que se transfiere de generación en generación, causando mayores desigualdades económicas, étnicas, sociales y de género.





En educación, la igualdad se justifica en aspectos tales como que todos los educandos tienen un derecho igual a una educación básica de calidad; debido a que por un lado, el derecho a la educación es igual para todos, y por otro, a que todos los educandos son iguales en dignidad y son sujetos activos de iguales derechos y libertades (Declaración Universal de los Derechos Humanos, 1948). Al respecto se puede sostener que la única igualdad en educación pertinente es con la igualdad de oportunidades; ya que, la igualdad es defendible si se asocia con los conceptos de igual dignidad, derechos y libertades para un igual derecho a la educación. 

El enfoque de equidad considera que para establecer justicia social no es suficiente ni adecuado otorgar igualdad de bienes a la diversidad humana, debido a que las circunstancias particulares de los individuos harán que no puedan “aprovechar” de la misma manera los bienes entregados. Estudios de comportamiento escolar, así como de decisiones escolares muestran que el origen social y al capital cultural de los estudiantes es el principal factor explicativo del desempeño y el logro escolar (Althousser, 1974 y Baudelot y Establet 1975; citados en Sánchez, 2006; Villareal, López, Bernal, Escobedo, Mata y Valadez, 2006; Behrman, Parker, Todd y Gandini, 2006; citados en Hernández 2007).

Equidad también tiene que ver con diferencia, de manera que desigualdades sociales y económicas mínimas son justas cuando benefician a los menos aventajados en la estructura social y se dan en la competencia libre, y no discriminatoria de las posiciones sociales (Rawls, 2000). En este sentido, un programa educativo con carácter compensatorio y focalizado se justifica en la medida que identifique a los grupos, escuelas o individuos, que se encuentran marginados con respecto al universo, discriminando al resto.




En resumen, el enfoque de equidad reconoce las diferencias individuales y socioeconómicas desfavorables y busca corregirlas. Por ello, para que exista equidad en la educación se requiere que exista igualdad de oportunidades y capacidades entendidas como eliminar los obstáculos sociales que impiden la libre competencia entre los individuos pero también que dicha competencia sea justa y que los resultados de esa libertad se traduzcan en capacidades que generen ventajas para los desfavorecidos. Es así que, existe una acepción clara de justicia en el término de equidad, pero también de inclusión para los grupos sociales







Conclusión.

La democracia dentro de las aulas de enseñanza se obtiene día con día en los esfuerzos de los lideres académicos en tomar en cuenta a todas las esferas que coexisten en una institución académica, para poder llevar así una mejor relación entre todos los participantes como para poder enseñar a los alumnos como poder llevar a cabo la práctica democrática, aunque para los alumnos hay que tener actividades que tal vez no se den cuenta de lo que significa hacerlo, pero se les da una enseñanza para poder tener una vida democrática, es por eso que en el artículo 3° se plasma que en la enseñanza tiene que estar plasmada la democracia para ser parte de la vida de los educandos. 

la enseñanza de la democracia en las aulas da pauta a una vida con la democracia presente en todos los aspectos, ya que la falta de esta enseñanza hace que en la vida se tome menos en cuenta la importancia de la democracia o no se sepa como es que se esta utilizando y se haga a un lado este concepto. Con la buena formación democrática indirectamente hace que se tenga mejor convivencia en todos los aspectos de la vida porque así podremos tomar en cuenta a rodos los demás gracias a estas enseñanzas.

Referencias 

  • Reimers, Fernando y Villegas-Reimers, Eleonora. (2005). Sobre la calidad de la educación y su sentido democrático. Revista PRELAC.  Estados Unidos. Pp 20-101. Disponible en: https://www.google.com.mx/url?sa=t&rct=j&q=&esrc=s&source=web&cd=&ved=2ahUKEwj78Orrg43tAhUdIjQIHc-TCFQQFjAAegQIAxAC&url=https%3A%2F%2Fwww.oei.es%2Fhistorico%2Fvalores2%2Fprelac_2_reimers.pdf&usg=AOvVaw1fD6zO1abae5e3iCC8hQF6
  • Bonifacio Barba, José. (2018). Artículo Tercero Constitucional, Génesis, transformación y axiología*. RMIE, 2019, vol. 24, núm. 80, pp. 287-316. Disponible en: http://www.scielo.org.mx/pdf/rmie/v24n80/1405-6666-rmie-24-80-287.pdf
  • Apple, M. W.(Comps.) Escuelas  democráticas. Morata. 1999. Madrid
  • http://www.uco.es/~ed1alcaj/polieduca/dmpe/a-democratiz_2.htm


Integrantes del equipo 4: 

Juárez Victorino Sinue

Lopez León Leslie

López Venegas Claudia Beatriz

Manríquez Cerón Susana

Martínez Rodríguez David





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